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El cuarto de tu bebé podría estar demasiado cálido o demasiado frío para tu bebé. O el aire en el cuarto es demasiado seco, lo que reseca la mucosidad en la nariz de tu bebé. La temperatura del cuarto debe ser la adecuada, el cuarto no debe ser ruidoso y tener luces bajas. La manta de tu bebé debe ser ligera, suave y seca. Anima a tu bebé a que orine antes de ir a la cama y asegúrate de que no tenga lombrices.
Tu bebé todavía podría estarse sintiendo emocionado después de su hora de jugar y no puede dormir. Debes permitir que tu bebé se calme entre media a una hora antes de su hora de acostarse. Un exceso de bromas y juegos con tu bebé cerca de la hora de acostarse podría hacer difícil que se duerma más tarde. Trata de no ver películas de suspenso con tu bebé, contarle historias de miedo o darle juguetes nuevos para jugar justo antes de su hora de acostarse.
Los bebés recién nacidos no siguen un patrón de sueño. Por lo general, duermen, despiertan para comer y vuelven a dormir. Sin embargo, conforme tu bebé va creciendo, podrá ir durmiendo más y más tiempo. Aquí es cuando es importante desarrollar un patrón de sueño regular para que tu bebé pueda dormir cómodamente más o menos a las mismas horas todos los días.
Una alimentación adecuada es crucial para el buen descanso de un bebé. Desde su nacimiento, los bebés necesitan alimentarse frecuentemente debido a su pequeño estómago que rápidamente se vacía, previniendo así bajadas de azúcar en la sangre y facilitando su crecimiento. Si no se cumple con esta demanda constante de comida, el sueño del bebé se ve interrumpido por la necesidad de alimentarse. A medida que crecen, hacia los 4 meses, sus patrones de alimentación y sueño evolucionan permitiéndoles dormir más por la noche y empezar a diferenciar entre el día y la noche, estabilizándose cerca de los 8 meses.
Los bebés recién nacidos no duermen toda la noche de corrido. Los recién nacidos suelen dormir más de 12 horas diarias, aunque en intervalos cortos de una o dos horas. Al principio, los bebés despiertan frecuentemente para alimentarse, pero con el tiempo, su capacidad para permanecer despiertos se alarga, permitiendo períodos de sueño más extensos. A medida que desarrollan su cerebro y sistema nervioso, empiezan a establecer un patrón de sueño más regular. Al rededor de los tres a cuatro meses de edad, los bebés normalmente duermen tres siestas diurnas y periodos nocturnos más largos llegando a dormir entre 12 y 16 horas en total.
Si tu bebé no puede dormir y ya has intentado resolver las cuatro razones que mencionamos anteriormente, es importante que consultes con un pediatra. Tu bebé podría estar enfermo o pasando por alguna etapa de desarrollo que amerita atención médica.
La mayoría de los bebés logra dormir continuamente por la noche, entre seis y ocho horas, a partir de los 3 meses de edad o cuando llegan a un peso aproximado de 12 a 13 libras (5 a 6 kilogramos). Al llegar a los seis meses, aproximadamente dos tercios de ellos mantienen este patrón de sueño regularmente.
El sueño es fundamental para el desarrollo saludable de un bebé. Durante los primeros meses, es común que los bebés experimenten patrones de sueño irregulares, despertando frecuentemente debido a necesidades básicas como la alimentación. Factores como la comodidad del ambiente, la alimentación adecuada, y la calma antes de dormir son cruciales para facilitar un descanso prolongado. A medida que crecen, los bebés comienzan a adaptarse a patrones de sueño más regulares, generalmente durmiendo toda la noche a partir de los tres meses. Es esencial que observes y respondas a las señales de tu bebé y consultes con tu pediatra si enfrentas dificultades persistentes con los patrones de sueño de tu hijo.